Único Testigo (1985)
Witness, Peter Weir, 1985
A mediados del siglo XVI, un grupo de cristianos se opuso al bautismo de niños. Perseguidos bajo pena de muerte, algunos de ellos se refugiaron y construyeron pequeñas iglesias en clandestinidad. Su reclusión sigue hoy en día y más de 230.000 personas viven pacíficamente aisladas en sus comunidades amish como si el tiempo se hubiera detenido. ¿Será la ausencia de teléfono, televisión, automóviles e incluso electricidad un modo de evitar la tendencia contemporánea a la violencia?
A pesar de ser ficción, esta película sobresale por su argumento. Mediante una insustancial narración policíaca, Witness muestra el choque cultural del rápido mundo contemporáneo de “los ingleses” (reflejado en Harrison Ford, un duro policía que representa la violencia y la guerra) con la sencillez, pacifismo y humildad de los granjeros amish. La película defiende la posibilidad de reconciliación del mundo moderno con una realidad tan sorprendente como poco conocida. Eso sí, la integración resulta imposible. La diferencia cultural es insalvable.
Hay un plano que resume la película: un carro de caballos está parado en una carretera, mientras que los demás coches van y vienen con rapidez.